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Hugo Barboza, una pasión que llegó por casualidad

Hugo Barboza, una pasión que llegó por casualidad

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Hugo Barboza, una pasión que llegó por casualidad

Perfiles

1 octubre, 2011

DONDYK+RIGA

Recién egresado de La Universidad del Zulia y con título de ingeniero industrial en mano, Hugo Barboza consiguió lugar dentro de la competitiva industria petrolera, sin embargo, su nueva ocupación no le duraría mucho, tras el primer día de trabajo presentó decididamente su renuncia para dedicarse a algo que en verdad le satisfacía: la danza. Esta no es la típica historia del niño que desde pequeño se maravilla ante los movimientos de un bailarín en un escenario, si no más bien la de uno entre nueve hermanos criados en Santa Rita del Zulia, con el Lago de Maracaibo como patio de juegos y la pesca y la canoita de pasatiempos preferidos. Aunque sí tuvo contactos con el baile durante su vida, no fue si no en la universidad cuando se decidió a practicar alguna actividad extracurricular, tomando como primera opción el judo. Luego de haber perdido el cupo para entrenar con el equipo, un profesor le señaló hacia otro edificio donde se practicaba “algo parecido”, ese edificio eran las instalaciones de Danzaluz, donde Hugo fue recibido por la entonces directora de la escuela, la profesora y coreógrafa Marisol Ferrari. Tras algo de convencimiento este decidió intentarlo, siendo invitado a bailar con la compañía luego de unos pocos meses de aprendizaje, “en aquella época, y todavía, eran muy pocos los hombres que se acercaban a la danza, la intención de la profesora Marisol era que me sumergiera en ella; para mí fue algo traumático porque yo no sabía hacer absolutamente nada, pero ella me decía que tenía condiciones para seguir y que aún mirando podía aprender”. Afortunadamente, su tutora estaba en lo cierto y después de más de treinta años en la danza, Hugo tiene como certificarlo. Gracias a su talento y el amor por lo que hace, este asumió y superó cada uno de los retos que la profesión puso en su camino. De ser un alumno como cualquier otro pronto pasó a formar parte de la compañía profesional, con la cual viajó por el mundo recibiendo aplausos de públicos de todas las nacionalidades, para luego empezar su carrera como docente, y poco a poco ascender en un área para él sumamente importante: la gerencia cultural, llegando a convertirse hoy en el jefe del Departamento de Danza de la Dirección de Cultura de LUZ. “Por lo general el artista se preocupa por ser un buen bailarín, maestro y coreógrafo, pero aparte de ello, en nuestro país hace falta que este sea un buen gerente”. Después de treinta y cuatro años dedicados a la danza admite que su dedicación, exclusividad y pasión hacia ella siguen siendo las mismas y aunque eventualmente deberá dejar sus labores administrativas, esta continuará ocupando en su vida el mismo papel protagónico de siempre. M.P.