7 agosto, 2023
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PINEDA,Nicolas
Oliver huye de los maltratos de su familia y se refugia en una Caracas violenta; Pedro y Cheíto, uno colombiano y otro venezolano, son soldados que se encuentran en la frontera que separa a los dos países en tiempos de exacerbado nacionalismo; Elías es un escritor preso de una crisis creativa que no puede darle forma ni a su trabajo ni a su vida. Estas son las historias con las que la directora Elia Schneider ha cautivado a las audiencias y ha dejado su huella en la historia del cine venezolano. Caraqueña de nacimiento, por su profesión y constante mudanza ha llamado alguna vez hogar a Nueva York, Los Ángeles, Suiza y Uruguay. Egresó de la Ucab con la licenciatura de Psicología, sin embargo, su currículo habla de ballet y danza. Después de varios años de dedicación a ellas, sintió la necesidad de buscar otra ventana que le permitiera expresar sus obras. Así llegó al teatro, donde el proceso creativo cambió y se volvió más presente: “Un día, cuando presenciaba la bajada de una de mis obras, sentí una gran nostalgia al ver cómo desarmaban la escenografía, y me di cuenta que debía pasar de nuevo a otra forma de expresión donde quedara un registro y donde se pudieran utilizar nuevos códigos para crear otros contextos. En ese momento comenzó mi interés en el cine”. Huelepega, Punto y Raya y Des-autorizados, son algunos de los títulos por los que Elia es considerada una embajadora del cine nacional: “Tener la oportunidad de hacer una película ya es casi un milagro y que te consideren para ser parte de los cineastas de un país es un privilegio. En mi caso, éxito es irme a dormir tranquila cuando logro ser consistente con lo que siento, hago y digo”. Estudia todo el tiempo a Konstantin Stanislavsky, a quien considera un “maestro de los maestros”. Su principio: “Ama el arte en ti mismo y no a ti mismo en el arte”, es para ella el norte de todo artista. Arriesgada, creativa y combativa son cualidades que comprobó durante el rodaje de Huelepega: “Allí sentí que cuando realmente quieres decir algo que tiene una verdad, no hay nada ni nadie que lo impida. La película fue censurada y detenida por la policía durante su rodaje. Mientras en el Congreso de la República cada escena del guión era discutida para su aprobación, yo filmaba la película con una cámara escondida dentro de los camiones”. Para Elia la vida está en detalles sencillos: en leer teatro, en mirar películas clásicas, dramas y thrillers, en montar bicicleta, en comer chocolate, en irse a los cafés y sentarse a observar a la gente pasar. Así de sencillas son también sus expectativas del futuro: “En diez años me gustaría recordar el camino que recorrí y darme cuenta de que sí valió la pena”. A.B.
