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Pedro Morales, arte digital orgánico

Pedro Morales, arte digital orgánico

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Pedro Morales, arte digital orgánico

Perfiles

1 octubre, 2008

BARROS, Adrián

Cuesta creer que figuras tridimensionales, liberadas de cables, teclados y pantallas, aun puedan ser fieles a una naturaleza digital si no se ha sido testigo de la estereografía y los códigos Quick Response que utiliza el artista Pedro Morales, como armas para retar a la tecnología y romper paradigmas, amparado por una simple frase, pero con un inmenso significado: “Es arte”. En un planeta donde la globalización hace de las suyas, Pedro consiguió ganarle la partida a aquella creencia de “el hombre y el arte en función de la tecnología”, con obras más digitales que nunca pero con cero máquinas y pantallas a su alrededor. Desde su taller en Caracas, donde pasa sus días rodeado de naturaleza, pájaros, dos pastores alemán y una fragancia de mango que le recuerda a su niñez en Padilla, concretó su oficio de artista tras interrumpir sus estudios de Ingeniería de LUZ. Un talento innato para las Matemáticas y la Física le sirvió de base en su atrevida aventura de fusionar la ciencia y la belleza, en la frontera del arte. Por sus juegos geométricos con el espectador, ha recibido premios como el de Artes Plásticas Harry Liepins del Salón Arturo Michelena en 1991, y recogido inolvidables anécdotas como la de su exposición en homenaje a La Chinita en el Cam-LB: “Recuerdo que llevé La Aparición, un gran estereograma en forma de pendón en cuyo retablo se encuentra su imagen en 3D. Al tiempo me llamaron del centro para decirme que la obra estaba llena de huellas de las manos de gente que la tocaba y se persignaba porque se les aparecía la Virgen”. Estar a la vanguardia de formas inéditas y transitar un camino que no se había pisado aun, lo motivan a continuar adelante e ir aprendiendo en este viaje. “Quien logra ver con sus propios ojos un estereograma digital hecho con, por ejemplo, ligas para el pelo u ojos de muñecas, entra en un mundo mágico que solo él es capaz de describir. Es el caso de quien tiene frente a sí una escultura virtual en un cuadro en la pared o de quien lee con su teléfono el mensaje de un código QR hecho a mano con flores de tela. Todos ellos se enfrentas al encanto, la incredulidad, la fantasía posible de mis obras”. A.B.