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Hay recuerdos que nunca se diluyen, sobre todo ésos que marcaron la infancia con tinta indeleble directamente sobre el alma. Uno de los míos son las manos amables de la “Tía Marta” sobre mi cabello, preparándome para lucir perfecta en una presentación de ballet, con un moño adornado con gel escarchado y tul. Seguramente cientos de personas en Maracaibo tienen recuerdos similares con esta peluquera que desde hace varias décadas ha llenado de belleza a las damas de Maracaibo desde su emblemático salón Gemita. Su vocación nunca estuvo oculta; desde que tenía dieciséis años jugaba a peinar a sus amigas como si fueran muñecas. El resultado eran elaborados moños que dejaban a todos sorprendidos. Aunque durante un tiempo trabajó en Café Imperial, siempre supo que la peluquería era su camino: “Hice un curso en el Instituto Lifar, que para la época era el único donde uno podía aprender este oficio. Allí aprendí las técnicas y lo demás me lo enseñó la experiencia”. A finales de los sesenta Marta Sánchez se estrenó formalmente en el mundo de la belleza. Empezó en un salón llamado Leda donde estuvo durante unos cuatro años. Pero no fue hasta los años setenta, y después de casarse y permanecer una temporada en Caracas, que decidió abrir su propia peluquería: “Todo comienzo es difícil pero afortunadamente cuando abrí el salón tenía mucha clientela. Hoy no puedo llamarla clientela sino amistades, pues a esta peluquería viene a peinarse la tercera o cuarta generación. Recuerdo que en los setenta y ochenta el trabajo era aún más agotador que hoy, pues en ese entonces no existía el brushing o secado, sino que antes de hacer cualquier peinado había que lavar el pelo y secarlo en rollos con un secador que cubría toda la cabeza. En la época navideña tenía que abrir a las tres de la mañana para poder atender todas las citas. Pero disfruté esa época”. Hoy, casi cuatro décadas después, Marta sigue en su peluquería, que se renombró como Kia International hace veinticinco años, cuando unió fuerzas con su sobrino, el afamado estilista Kelly Sánchez. Igualmente y para su orgullo, sus sobrinas Yala y Karina Sánchez, también lograron abrir Sanz Peluquería: “Este negocio ha servido de trampolín para toda mi familia. Todos han pasado por aquí, aunque sea por una temporada y aunque se hayan dedicado a otras profesiones. Esa es mi mayor satisfacción, saber que de alguna manera yo contribuí a que ellos construyeran su futuro”. De eso, que a nadie le quede duda. C.W.