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Las grandes obras arquitectónicas son producto de equipos multidisciplinarios con un mismo fin, como en un mismo fin convergen Julio Bustamante y su esposa, Andreina Araujo. Ellos son los personajes que protagonizan la firma B&A, fundada como un sueño común hace más de una década. Ambos se formaron en la escuela de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela, nutriéndose de las distintas corrientes arquitectónicas y de diseño que en los años setenta pululaban en esa excelente atmósfera académica. Julio resultó un enamorado de la volumetría expresada en sus fachadas y Andreina de la distribución interior. Siempre han compartido la actividad profesional, a la vez que han evolucionado como firma independiente.
Los inicios profesionales de Julio tuvieron forma de vivienda en el Inavi: “Allí conoces las verdaderas necesidades y a lo que te tienes que limitar en materia de recursos”. En adelante, a lo largo de su carrera privada, B&A ha sido responsable de proyectos macro como la Torre Empresarial Claret, que dejan clara su adaptabilidad a las circunstancias.
Con Andreina formaron un hogar nuevamente en Maracaibo, materializado en una casa que respira el estilo común y a la vez particular de cada uno: una fachada en varios volúmenes que transmite al visitante una acentuada sensación de tridimensionalidad, y en su interior la calidez y el cuido de detalles de Andreina: “Siempre quise ser pintora; la Arquitectura me pareció lo más cercano en creatividad”. Su especialización en Apreciación del Arte es una herramienta clave en lo que estéticamente proyecta como mitad de este dúo que en una época compartió junto a un grupo de colegas en Unidad Cuatro, pero que desde el noventa se redujo a dos. Desde 1983 ella es parte de la expansión de Farmacias Saas, responsable del diseño de sus sedes a nivel nacional.
B&A confía en las características de la ciudad como potencial de sus obras, y atesora un proyecto que bajo el nombre de Pequeña Venecia aspira la integración de las caras comercial y residencial en el caso central, surcado por aguas del lago y especie de góndolas que redescubran la historia y fisonomía perdidas de Maracaibo. Ellos, como artistas del panorama urbano, siguen complementándose en edificaciones que albergan oficinas y familias, de una manera estética y funcional. E.R.