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Gustavo Bauer, tras el lente de la objetividad

Gustavo Bauer, tras el lente de la objetividad

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Gustavo Bauer, tras el lente de la objetividad

Perfiles

1 octubre, 2007

DONDYK+RIGA

Gustavo Bauer no cree en la vocación; para él convertirse en fotógrafo no fue un asunto de seguir los sueños, sino de ser alcanzado por ellos. Por eso, cuando le preguntan cómo terminó entregado a la fotografía responde sin romanticismos. Eso sí, la pasión que hoy le ocupa su oficio es harina de otro costal: “Yo era camionero y un día, bajándome del camión, un cuñado que vendía afiches me propuso ayudarlo a venderlos de casa en casa. Así me di cuenta de que la fotografía era un buen negocio”. Pero el pragmatismo con el que se inició este caraqueño criado en Aragua, se diluye bajo el brillo de sus ojos mientras cuenta cómo se encontró cara a cara, por primera vez, con la película fotográfica, en la rojiza realidad del cuarto oscuro: “Fue gracias a Oscar Silva, director del periódico El Zuliano. Me ofreció trabajo como laboratorista. Obviamente yo jamás había pisado un laboratorio. A los seis meses me dieron una cámara”. Y así, justo como emergían poderosas imágenes del papel bañado en químicos, Gustavo Bauer reveló al mundo su talento periodístico. Este profesional trabajó en los más importantes periódicos e instituciones zulianos tales como CríticaLa Columna, Corpozulia, Bod, Carbones del Guasare… para qué aburrirlos con la lista. Su lente acucioso registró la historia y le permitió a su ojo crítico vivirla en primera fila: “No me gustan las etiquetas. Yo hago desde un matrimonio hasta algo industrial. Pero la parte reporteril es mi pasión. Durante los once años que trabajé en La Columna conocí toda Latinoamérica, viví la invasión de Panamá, la celebración de los quinientos años del descubrimiento, conocí papas, presidente, incluso la agencia de noticiosas Reuters ha comprando mis imágenes”. Pero hoy trabaja con la libertad que le exige su espíritu, que cuando se satura de trabajo sale con cámara en mano a retratar al Zulia: “Decidí un día que no podía vivir como un mercenario de la fotografía, exigiendo cheque por foto, y saqué mi cámara para divertirme. Es muy sabroso fotografiar con este sol”. Eso dio origen a excelentes exposiciones individuales y a cientos de imágenes que son utilizadas en diversas publicaciones sobre el estado. La maestría lograda es producto de tiempo, experiencia y litrtos de revelador: “Tuve la suerte de vivir entre una generación de fotógrafos brillantes que me adoptaron sin mezquindad, de tener jefes como Marta Colomina o como Osvaldo Sotillo, quien era de los que te rompía las fotos en la cara; de vivir bajo los ataques y alabos de personajes como Sergio Antillano.  Asi me hice. Soy un periodista asimilado. El peridosimo a mí me eligió”. C.W.

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