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Alexis «El abuelo» Cabezas, voz de la fanaticada

Alexis «El abuelo» Cabezas, voz de la fanaticada

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Alexis «El abuelo» Cabezas, voz de la fanaticada

Perfiles

1 mayo, 2007

DONDYK+RIGA

La fanaticada del Unión Atlético Maracaibo oyó el eco de su voz en un líder conocido como “El Abuelo”. Y aunque este sobrenombre nació en circunstancias pasadas, es el que dio a conocer a Alexis Cabezas –un uruguayo más maracucho que muchos– a nivel nacional como líder de la barra del UAM. Archiconocida como Barra Sinvergüenza, fue bautizada así por la algarabía típica de este grupo de fanáticos, y recibió como invitado al abuelo hace varios años –su hijo es uno de los fundadores– quien observó su inmenso potencial. Acostumbrado al medio de las relaciones públicas y corporativas, el abuelo se dio a la tarea de transformarla en un gran proyecto, acorde al rápido crecimiento del equipo que apoyaba. Así nació la Asociación Civil Barra Sinvergüenza, pionera en su estilo, que en poco más de un año incrementó sus filas a doscientos barristas, elevando sus cantos de mensaje crítico y alegre a cada estadio de Venezuela: “La barra no es sólo el núcleo, es todo el público que la sigue”. Con esta misión bien clara, pronto la sinvergüenza se hizo escuchar con letras que mucho tenían que ver con la situación del equipo y la aprobación o desaprobación hacia sus jugadores, todas tan espontáneas como la reacción en el estadio. El abuelo se encargó de crear el sitio barrasinverguenza.com.ve para difundir su opinión en torno a los avances del UAM, convirtiéndose en un medio de expresión del fanático, que desbordó los límites de la cancha. “Yo planté la semilla”, que germinó en la barra más viajera del país, con integrantes carnetizados que gozan de algunos beneficios sociales, y varias familias nacidas en su seno. Más allá de las reuniones para pintar carteles, las consignas cargadas de emotividad y el ser los impulsadores de la Gran Barra Vinotinto, la Barra Sin Vergüenza es un ejemplo de organización social encauzada hacia el sano disfrute. El abuelo, por su parte, sigue disfrutando su cosecha, que grita a todo pulmón lo que logró, con acento marabino y sin nada de vergüenza. E.R.