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“Mis padres me dicen que me gustaban las pelotas… me ponían pelotas en la cuna y yo las pateaba”… Qué mejor comienzo para una historia de ascensos, de héroes, de goles, y de un hombre que, parte del proyecto reivindicador de un país, sueña en vinotinto. Y es que no podía ser otro el destino de este aragüense de origen colombiano –nación goleadora a través de la historia– y de padre aficionado, orgulloso del astro en potencia que, recién entrenado en el arte de anudar zapatos, corría veloz en el campo de fútbol.
El ya adolescente dejó rodar su suerte al ingresar como Sub 20 al UCV de Cumaná; jugar para el Zulianos en la ciudad de Maracaibo: “Cuando uno viene a Maracaibo la gente te trata muy bien… te apoya mucho”; y mantener un nivel para ser descubierto por el que hasta hoy impulsa su carrera: Benito Floro.
Con estudios pospuestos y dejando una patria atrás, Juan se fue a jugar en México y a crecer, a crecer como persona en contacto con nueva atmósfera y a crecer como jugador internacional. A la pregunta de todo un país, sobre cómo un equipo vinotinto renace como el fénix, responde sin espacio a dudas: “Se debe al trabajo de todos; sin el esfuerzo de todos no estaríamos donde estamos”. Habla aquí la sencillez de unos ojos castaños y piel pintada por el sol, embajador de este país del sur ante el continente europeo; habla la imagen más publicitada del equipo luchado por Richard Páez, de héroes y de goles.
Actualmente Arango comparte el compromiso nacional con el Mallorca de España y desde sus playas observa esperanzado cómo “los empresarios se están dando cuenta de que en Venezuela se puede jugar fútbol” y cómo, por vez primera: “la selección es el centro de todas las miradas en Venezuela”.
El niño que pateaba desde la cuna hoy ve con ojos de padre a Jauryn’s, en su pequeño hogar venezolano emplazado en otra latitud, dispuesto a seguir al Arangol tan lejos como le lleve el talento para, una vez retirado, regresar a Venezuela y “de repente me pongo a jugar béisbol”, dice sonreído y uniformado de pies a cabeza con el alma de la Vinotinto. – E.R.